Tragué saliva. Era justo que quisiese saber. Me había confiado un gran secreto y apenas sabía nada de mí. Suspiré. Tomé aire y empecé a hablar.
Nací en Newport Beach, en la zona más rica de California, en condado de Orange. Soy hija de Jimmy y Julie Cooper. Somos, bueno, éramos una familia de nuevos ricos. Es decir, el dinero no era heredado, mi padre se lo había ido ganando. Cada vez él venía a casa con dinero para mi madre, para mí y para mi hermana pequeña Kaitlin. Era sospechoso que trajera tanto dinero a casa pero nadie preguntaba. Nos limitábamos a gastar sin medida hasta que, se descubrió que mi padre estaba metido en un fraude de cuatro millones de dólares. Mis padres se divorciaron y ahí empecé a recurrir al alcohol para ahogar mis penas. Mi mejor amiga, Summer, estaba conmigo siempre, y Ryan, el amor de mi vida, mi antigua vida, llegó nuevo a la ciudad desde un barrio bajo de California y desde el primer momento me fijé en el. Él vivía en la casa de al lado, la mansión de los Cohen, con Seth Cohen, el novio de Summer. Seth, Summ, Ryan y yo fuimos de viaje a Tijuana y ahí me pasé con las pastillas. Creí que no salía de ahí pero salí y seguí bebiendo y luego un novio que tuve me metió en las drogas. Mi madre se cansó de todo y me tuvo 6 meses en rehabilitación diciéndoles a todos que estaba muerta. Que había muerto en un accidente de coche. Cuando salí, llamé a mis tres amigos y quedé con ellos pero mi madre se enteró y dijo que no, que se acabó mi vida en California. Me llevó a casa, me dijo que hiciera las maletas y me dió un billete de tren para Manhattan. Cogió mi móvil y borró los números de Seth, Ryan, Summer y el resto de gente que conocía en California así como todas sus llamadas y mensajes y me dejó aquí para que empiece una nueva vida. Y esta es mi historia.
En cuanto terminé de hablar me eché a llorar. Mi vida. ¿Qué había echo mi madre con mi vida?